En Estados Unidos todo es privado. Hasta las carretereas, que lucen esas señales en las que se reconoce al donante. A un europeo le extraña esa privatización de todo. Esta semana en el New Yorker, Ian Frazier escribe una historia muy divertida sobre ese fenémeno de la privatización y del hecho de poner en manos de donantes «benefactores» los bienes públicos.
UN HURRA POR NUESTROS BENEFACTORES
La LibrerÃa Museo Centro para las Artes Escénicas del Condado de Queens-Abilify ha sido extraordinariamente bendecida por ángeles financieros que nos permiten cobijarnos bajo su protección colectiva, por lo que quisiéramos tomarnos un momento de reconocimiento. Como la mayorÃa de las instituciones culturales de este tipo, la LMCAE-CQA no tendrÃa la más mÃnima posibilidad de funcionar sin la bondad y la generosidad de nuestros donantes. Para decirlo claramente, les debemos nuestras vidas. Lo triste, sin embargo, es que aunque los visitantes a nuestras instalaciones ven los nombres de estas personas adornando las paredes, los dinteles de las puertas, las señales de salida, y otras superficies planas, no saben, y rara vez se preguntan, quiénes son esas maravillosas personas. Contra esa lamentable ignorancia esto es un intento de remedio.¿Por qué no empezar por mÃ, directora ejecutiva de la ALMCAE-CQA, Sandor Stattsman-no? Aunque no soy uno de los ricos donantes, llevo con orgullo el nombre de uno de ellos. Todos los años, la subasta del privilegio de ponerme un nombre da a nuestra institución un flujo de ingresos inicial. La adición de un simple «no» al final de mi nuevo nombre resuelve el problema menor que nuestro personal y otros podrÃan tener de confundirme con quien más pujó este año, el Sr. Sandor A. Stattsman. El Sr. Stattsman ha expresado su gran satisfacción por la personalización de su donación de esta manera, y mi esposa, la señora de Sandor A. Stattsman-no recibe también un poco del sabor. Ha sido más difÃcil para los niños. ¡Pero hasta el 31 de diciembre de 2011, nosotros, los Sandor A. Stattsman-no, somos una familia, y asà seguiremos!Mi tocayo, el distinguido Sr. Sandor A. Stattsman es un ser humano maravilloso que tiene…cómo decirlo….es… ehh.. bueno… ¡está podrido de dinero! Su compañera, la igualmente encantadora Carla (Kit) Stattsman, una vez me hizo pensar que, aunque Sandor tiene el kit, ¡nosotros podrÃamos quedarnos con todo el tinglado…! Sin embargo, ninguno de los dos es muy mayor. La antigua compañÃa del Sr. Stattsman ofrece consultorÃa financiera para la financiación del sector financiero. Él ahora está jubilado y hace esculturas de jabón.Aquellos de ustedes que entraron en nuestro edificio a través de la entrada de la calle puede que hayan aparcado en la zona AAA de alta ocupación. Este nombre no tiene nada que ver con el club del automóvil-un error común. El asfaltado de esta zona fue posible gracias a la contribución anónima de un donante que pidió que la inicial de su segundo nombre fuera puesta en la señal tres veces. Por favor, según baja de su coche, observe la lÃnea amarilla que separa la plaza de aparcamiento que ha elegido, de la que está junto a usted. Como todas las otras lÃneas de aparcamiento, la suya tiene una pequeña placa con el nombre de Sandor A. Stattsman. En este caso, no pagó nada. Simplemente querÃa que su nombre se pusiera ahÃ. Es el mismo Sandor A. Stattsman que mencionamos anteriormente.El Sr. Stattsman, sin embargo, sà donó la acera, a partir de ahora conocida como la acera Sandor A. Stattsman. Si te agachas sobre tus manos y tus rodillas sobre el césped y sacas tu cristal de aumento o tu lupa de joyero, te darás cuenta de que cada brizna de hierba ha sido inscrita con el nombre de cada donante de cada semilla: el Sr. Sandor A. Stattsman. El grabado se realizó utilizando técnicas genéticas muy complicadas de partición y recombinación de ADN. El Sr. Stattsman también quiere que mencione que puede levantar 120 kilos y que es Un Hommeformidable (fr.).Curiosamente, varias partes de nuestras instalaciones no tienen directamente el nombre de Sandor A. Stattsman. El Francis and Adele Kuhn Miller Three Foot Ledge, por ejemplo, conmemora un largo almuerzo con Francis y Adele Kuhn Miller, del que salió una donación que resultó más difÃcil que extraer una muela en descomposición con una tenazas largas. Si te interesa saber cómo lograr que tus sillas de la terraza de tu cuarta casa caribeña sean rebarnizadas, los Miller son las personas adecuadas. El Sr. y la Sra. FV Spaethe, estafadores locales y brokers intradÃa, donaron la sección justo al lado de la de los Miller. Clemont Hamps, de Hampses Southampton, proporcionó los fondos para la barandilla de la izquierda en nuestra escalera principal. Este equipamiento se eligió de una aleación de platino y bronce en una réplica exacta de la firma distintiva del Sr. Hamps. La barandilla de la derecha, que en la actualidad son unos tubos de cartón unidos con cinta aislante, aún está pendiente de patrocinio. ¿Alguien se ofrece?Al mirar desde la ventana de mi despacho en el tercer piso del edificio en construcción del Ala Stattsman, me siento orgulloso de lo que hemos logrado. Recuerdo los muchos cheques que logré, y los que no. Cien millones de dólares, por ejemplo, es una cantidad maravillosa de dinero, si alguien quiere dármela. Se trata de un un uno con dos ceros, una coma, y otros seis ceros, y luego en la lÃnea debajo se dice, «CIEN MILLONES » al lado de la palabra «dólares»Â que ya está impresa en el cheque. Yo estarÃa encantado de hacer el trabajo de rellenarlo, si se prefiere. Para entonces ya me estarÃa yendo. Sé que cada uno de nuestros donantes cree en la misión de nuestra institución al igual que yo, y por eso estoy profundamente agradecido. En ningún momento durante mi mandato ni yo ni nadie de mi equipo hemos tenido la menor presión de ningún donante, financiero, organización que subvencione, o individuo de altos ingresos, al interferir con la polÃtica de control de calidad de LMCAE-CQA. El Sr. Sandor A. Stattsman, en particular, ofrece su colaboración de manera completamente altruista, siempre y cuando se le avise con tiempo, y nustra vitalidad es un reflejo de ello. El año pasado, cuando el señor Stattsman declaró públicamente que subir los impuestos al capital de un 15 a un 15,25 por ciento era equivalente a la invasión soviética de Yugoslavia, la excitación que provocó en los medios aquà prácticamente no se notó. Nuestra decisión posterior, como institución cultural, de colocar en el techo el letrero de neón naranja y rojo de treinta metros con la inscripción «IMPUESTO AL CAPITAL =INVASION SOVIÉTICA YUGOSLAVIA†no tiene conexión alguna con esa opinión del Sr. Stattsman, y negamos taxativamente esa acusación. Mantenemos nuestro letrero orgullosos, como una opción creativa que viene desde nuestro propio interior. El hecho de que el Sr. Stattsman me regalara una tostadora después de poner la señal fue solo por haber limpiado su piscina. Asà que ¡tres hurras por el señor Stattsman, y por nuestros maravillosos donantes, o tantos hurras como ellos quieran! Por favor, dÃganme si puedo hacer algo más por ustedes. Â