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Lecciones de mineros

Alguno ha anunciado que va a dedicarse a dar lecciones de superación personal, y otros abiertamente hablan de «sacarle partido» a su historia. Veremos pronto el primer libro, y decenas de entrevistas en los medios. A mi me parece todo un exceso de luminotecnia, porque aquellos buenos hombres no tenían otra opción que esperar allí abajo y tuvieron la fortuna de contar con comunicación con el exterior constante. Pero la explotación comunicativa de los acontecimientos ha ofrcido algunas lecciones que mi amigo Melvin Peña, de República Dominicana, ha dejado en su blog:

Lecciones de los mineros según Melvin.

Yo añadiría y destacaría el inteligente manejo de las expectativas por parte de Piñera, que dio una fecha posterior a la que finalmente permitió sacar a los mineros del agujero. Das como fecha finales de octubre y los sacas a finales y es un fracaso. Dices noviembre y los sacas a finales de octubre y esun exitazo.

Por qué la revolución no vendrá por Twitter

Malcolm Gladwell ha escrito un delicioso artículo en The New Yorker («Small Change: Why the revolution will not be tweeted», 4 de octubre) en el que echa por tierra con brillo, datos y contundencia, el «nuevo evangelio digital», según el cual las redes sociales están transformando la política y van a permitir una movilización nueva, inédita y revolucionaria de la gente.

Puntos principales del artículo:

La clave de los movimientos sociales es la disciplina. El ejemplo es el inicio de las sentadas en los lugares «solo para blancos» por todo Estados Unidos en los años 60: aparentemente espontáneas, pero minuciosamente orquestadas por las organizaciones afroamericanas.

A pesar de lo que se ha dicho sobre Twitter (que permitió la movilización en Irán, que merece el Premio Nobel de la Paz, etc.), lo cierto es que las redes sociales provocan muy poco compromiso y muy poca movilización real. Porque no requiere esfuerzo ni compromiso ni disciplina ni acción real, requisitos para imprescindibles para que un movimiento ejerza influencia política efectiva.

Para que eso se produzca es imprescindible el contacto real y comprometido con amigos de verdad, no con supuestos amiguetes en las redes sociales.

Las redes como Twitter o Facebook son de vínculos débiles, debilísimos, por lo que no ejercen influencia real. Puedes tener miles de amigos en FB, algo que en el mundo de carne y hueso nunca te sucedería.

Una prueba de lo débil que es el compromiso en las redes sociales es el poco dinero que captan las ONG por esta vía, no más de unos céntimos de media.

Dice Gladwell: «Si Martin Luther King hubiera intentado promover un wikiboicot en Montgomery, habría sido arrollado por la estructura del poder de los blancos. ¿Qué uso podría haberse dado a una herramienta digital en una ciudad en la que el 95 por ciento de la comunidad negra podía ser encontrada cada domingo en la iglesia? Las cosas que King necesitaba – disciplina y estrategia – eran cosas que los medios sociales online no pueden ofrecer».

Obviamente, los evangelistas de la revolución digital se han encendido (en la web): un buen resumen de algunas posiciones lo puedes encontrar aquí. El debate sigue: hay cientos de entradas en la web a estas horas de la madrugada.

Quema de libros, breve historia

File:NewYorkSocietyForTheSuppressionOfVice.jpg

El cretino e innombrable sacerdote de Florida que tuvo al mundo en jaque por su idea de organizar una quema pública del Corán, muy creativo no es. Quemar libros es una «afición» que ha acompañado siempre a la humanidad.

Antes no era tanto un acto simbólico como ahora, porque al quemar los libros desaparecía literalmente el conocimiento contenido en ellos; algo que hoy es casi imposible por la permanencia de los textos electrónicos y su difusión viral sin límites fronterizos.

En 213 a.C. el emperador chino Shih Huang Ti pensó que quemar todos los documentos de su imperio le haría reinaugurar la Historia. La leyenda dice que ocho siglos después el Califa Omar quemó unos 200.000 documentos de la Biblioteca de Alejandría.

En 1258 los mongoles saquearon Bagdad y se dice que las aguas del Tigris bajaban negras de tinta. Aquí en España, la conquista de Granada en 1492 vació las bibliotecas y terminó con el ambiente delicioso que se respiraba en el Reino Nazarí.  

La religión y la ideología, naturalmente, han sido el objeto y el agente de la furia. Los católicos quemaron los libros de Lutero. Los nazis quemaron los libros judíos e izquierdistas. Más recientemente, ya en la era de la televisión, en 1989 algunos radicales islamistas convocaron a la quema de los Versos Satánicos de Salman Rushdie, y en 2001 algunas ciudades estadounidenses quemaron Harry Potter por su pretendida relación la brujería.

Tienes una excelente cronología en Wikipedia: «Book burning«.

La Marcha Vivamérica: cómo enmarcar de nuevo América Latina

Fue un buen amigo mío quien tuvo la genial idea hace ahora cuatro o cinco años.

El día 12 de octubre se celebra tradicionalmente en Madrid el vistoso desfile de las Fuerzas Armadas, acto central de la celebración de la Fiesta Nacional, en el día de la llegada de Colón a América. Inevitablemente, el día se convierte en una exhibición de banderas, patriotismo y ardor «guerrero». Nada de América Latina ni de mestizaje ni de celebración de lo común.

Hasta que mi amigo se inventó el Festival Vivamérica: una programación de actos, conferencias, exposiciones y espectáculos que culminarían con La Marcha, un gran desfile festivo por el bonito y amplio Paseo de la Castellana, aprovechando el cierre del desfile militar matutino. Así salieron al centro y símbolo mismo de la ciudad las arepas, la salsa, la cumbia y el merengue. Las empresas con intereses allá pusieron dinero, la Casa de América los eventos y la gente la participación.

El sábado terminó la cuarta o quinta edición, con la extraordinaria dirección y nuevo empuje de Inma Turbau. Ya se celebra también en Bogotá, Tenerife y creo que en Santo Domingo. Este año, La Marcha fue el domingo, porque había otro desfile, de la Guardia Civil, por la mañana.

Mi amigo es muy listo y yo le admiro. Quienes me conocen lo saben. Y este es el cartel de la primera edición, con diseño de otro amigo, el gran Tito.

Imaginario conservador: la línea recta, lo vertical, Estados Unidos, la música clásica, las matemáticas, el rigor, el espermatozoide…

Es muy probable que no sepas verbalizar qué significa ser progresista o ser conservador, pero la mayoría de la gente es capaz de distinguir ambos conceptos implícitamente, a través de metáforas y símbolos.

Esta identificación natural existe y está en parte inserta ya en nuestros genes. Depende de la medida en que modulamos los llamados «fundamentos morales» que todos tenemos. Jon Haidt ha identificado cinco: Protección, Justicia Social, Autoridad, Pertenencia y Pureza.

Los progresistas tienen elevadas las dos clavijas primeras, las de la protección  y la justicia, por lo que tienden a la inclusión (como el círculo), a la igualdad y la nivelación (como la línea horizontal), a la acogida reflejada en el estereotipo femenino (como el óvulo), y también, en contraste con los conservadores, a la creatividad (como en la poesía), a la rebeldía (como es típico del rock) o a la ausencia de identidades o pertenencias fuertes (como Europa frente a Estados Unidos).

Los conservadores tienen más elevadas las otras tres clavijas: la del sentimiento de pertenencia, la de la valoración y respeto a la autoridad, y la de la alta concepción de lo sagrado y la pureza. Por eso valoran más la competitividad masculina (como la del espermatozoide), la autoridad (vertical), la rectitud y el rigor (como en las matemáticas y los números), y la tradición y la fuerte identidad (como en Estados Unidos o como suena la música clásica).

Incluso las bebidas tienen ideología: el café es progresista y el té conservador.

Hemos querido mostrar la existencia de dos imaginarios distintos mediante una encuesta que es posible que tú misma o tú mismo completaras en los últimos diez días. Y los dos imaginarios existen claramente.

Por orden de claridad en la identificación de los conceptos, el rigor es conservador (para el 82% de quienes responden) y la creatividad progresista (91%); la música clásica conservadora (76%) y el rock progresista (90%); el frío conservador (75%) y el calor progresista (73%); Estados Unidos es conservador (para el 72%) y Europa progresista (59%); las matemáticas son conservadoras aunque no tanto (56%), a diferencia de la poesía que es claramente progresista (72%); por eso también, aunque un tercio de la gente no sabe decantarse, el 1 es conservador (47%) y la A progresista (38%); lo vertical es conservador (63%) y lo horizontal progresista (63%); el círculo resulta así progresista (60%), y la línea recta conservadora (55%); de nuevo los que no saben son muchos, el 25% en este caso, pero el espermatozoide es identificado mayoritariamente como conservador (40 por ciento frente a 35 que lo considera progresista), frente al óvulo que se identifica con lo progresista (48 por ciento, frente a 29); son más, en fin, los que creen que el café es progresista (54 frente a 33) y más los que creen que el té es conservador (56% frente a 32%).

Sí, las ideologías existen, están ahí, en forma de conceptos, de valores morales y, en última instancia, de propuestas políticas y de marcos de interpretación de la realidad. Se utilizarán más o menos, estarán más o menos extendedidas o más o menos claras, pero las ideologías existen ya en nuestro código genético.

La lista de símbolos y metáforas conservadoras/progresistas podría haberse extendido a los bancos frente a las cajas de ahorro, al campo frente a la ciudad, a la Barbie frente a las Bratz, a Coca-Cola frente a Pepsi, a Viena frente a Nueva York, al azul frente al rojo, a Dios frente al Diablo, a la puntualidad frente a la impuntualidad, a la cicatería frente a la generosidad, al silencio frente al ruido, a la seriedad frente a la alegría, a Mercedes frente a BMW, al realismo frente a surrealismo …

Ficha técnica de la encuesta: 127 entrevistas voluntarias contestadas por Internet entre los días 27 de septiembre y 6 de octubre de 2010. Resultados aquí. Error de muestreo de 8.8% para p=q=60 y nivel de confianza del 95.5%. CUESTIONARIO. RESULTADOS.

Rock-Clásica: ¿cuál es conservador y cuál progresista?

Esta y otras nueve preguntas en la Encuesta que tenemos abierta aquí a tu derecha. Entra y responde si no lo has hecho aún. CERRAMOS LA ENCUESTA EL MIÉRCOLES POR LA NOCHE, Y EL VIERNES PUBLICAMOS RESULTADOS.

GRACIAS.

Spots de Brasil

Aquí ha recopilado DataStrategia los anuncios más destacados de la campaña presidencial en Brasil. Calidad bastante baja de los spots, por cierto, pero puedes darle a reproducir seguido y te haces una idea rápida.

El peor Chávez contra Andreina

Aquí está el peor y más pintoresco y arrogante Chávez, aleccionando a una periodista tras los precarios resultados obtenidos por el Partido Socialista Unificado de Venezuela. Un presidente en peor situación cada vez. El vídeo está rodando a toda velocidad por la web.

Te dejo aquí el comunicado de protesta de Radio Francia Internacional, con un resumen de algo más de dos minutos, aunque el cruce fueron más de nueve.

Comunicado y vídeo resumen aquí.

La extrema derecha sube en Europa

Preocupación por la identidad nacional y, en consecuencia, rechazo al inmigrante: ese es el relato prioritario que hay detrás de la subida de la extrema derecha en Europa. Desaparece el modelo clásico desde la II Guerra Mundial, con dos superpartidos, socialdemócrata uno y democratacristiano el otro. Y la extrema derecha, que antes estaba compuesta por un grupo minoritario de jóvenes radicales con la cabeza rapada montando lío en la calle, ahora ocupa posiciones centrales en los parlamentos.

Las cifras son elocuentes:

Holanda: 15,5%

(el Partido de la Libertad del antimusulmán Geert Wilders fue tercero en las elecciones de junio y es hoy la bisagra del Gobierno de derechas).

Francia: 11,9%

(El Frente Nacional de la hija de Le Pen fue cuarto en las últimas elecciones presidenciales, y su ascenso es indiscutiblemente una de las causas de la deriva radical de Sarkozy y sus decisiones con respecto a los gitanos o los símbolos musulmanes).

Italia: 8,3%

(Ese fue el resultado de la Liga Norte de Bossi en las legislativas de 2008. Habría que añadir el peso de los seguidores de Fini, postfascistas reconvertidos, hasta ahora con Berlusconi).

Suiza: 28,9%

(El SVP, Pardido Popular Suizo, obtuvo ese porcentaje del voto popular en las elecciones de 2007)

Hungría: 16,7%

(El curioso y claramente fascista Jobbik, Movimiento para una Hungría Mejor, obtuvo este porcentaje en la primera vuelta de las Elecciones legislativas de 2010. Recientemente ha promovido la Alianza de Movimientos Nacionales Europeos).

Noruega: 22,9%

(El Partido del Progreso – sí, del Progreso, como suena – tuvo este impresionante porcentaje en las elecciones parlamentarias de 2009).

Bélgica: 7,8

(Vlaams Belang, Interés Flamenco, bajó en las últimas elecciones parlamentarias, pero ahí está, con un porcentaje nada despreciable).

El ascenso de estos partidos de extrema derecha es el mayor cambio en la política europea desde la caída del Muro de Berlín, afirma Newsweek. Añade el brillante artículo que Europa tiene un claro problema también en esto, porque produce un caldo de cultivo excelente: tres presidentes – del Consejo, de la Comisión y del Parlamento – pero ningún líder; partidos nacionalistas y contrarios a la unión; 23 millones de parados sin plan que los acoja; presiones migratorias; resentimiento sobre la situación económica; debilidad de los partidos de izquierda, que se acomodan al populismo; permanencia de los nacionalismos regionales (catalán, flamenco, escocés…).

Nota al pie: ayudan a suavizar mucho la imagen dura y extremista, las mujeres rubias que lideran los respectivos partidos en Francia, Hungría y Noruega.

Kristina Morvai, Jobbik, Hungría

Marine Le Pen, Frente Nacional, Francia

Siv Jensen, Partido del Progreso, Noruega

El Blair más letal

Está claro que Blair no era un enemigo fácil en la arena política, tengas de él la visión que tengas. En sus propias palabras, aquí está su capacidad de análisis y de comunicación en lo que respecta a sus adversarios. De sus memorias, tituladas A Jurney, transcribo este párrafo letal:

«Con cada uno de los sucesivos líderes conservadores, yo desarrollaría una línea de ataque, pero sólo lo hacía después de mucho pensar. Así, definí a Major como débil; a Hague como mejor haciendo chistes que pensando; a Cameron como un inestable (flip-flop) que no sabe dónde ir… Expresados así estos ataques parecen sosos, más bien prosaicos y no precisamene inspirados – pero esa es la apariencia que ellos tienen. Cualquiera de esas acusaciones, cuando resulta creíble, es realmente mortal. Sí, no es como llamar a tu oponente mentiroso, o impostor, o villano, o hipócrita, pero el votante medio volátil, más bien encoge los hombros ante esos ataques. No resuenan. Son demasiado obvios, demasiado duros, y son un insulto, no un argumento. Mientras, la acusación de menor calado, porque es más exacta y precisamente de menor grado, se queda grabada. Y si lo hace, de eso se trata. Porque en todos los casos, significa que no son buenos líderes. Fin de la partida.»

Otro apunte:  Tony Blair tiene una Oficina (El Despacho de Tony Blair) de trabajo social admirable. Además de ganar dinero con sus conferencias y ahora su libro, desarrolla buenas causas. Aznar no se ha inspirado en esa parte de Blair.