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Atención: «sofisticados» votando

Ayer publicó El Mundo este artículo en el que llamo «sofisticados» a los contagiosos jóvenes que activan movimientos de apoyo a políticos no convencionales como Clegg en Gran Bretaña, Enríquez Ominami en Chile, Obama en Estados Unidos, ahora Mockus en Colombia y, tímidamente, Rosa Díez en España.

Te dejo aquí la versión anterior, algo más larga, que me pidieron que recortara. Buen y sofisticado fin de semana:

Cómo seducir a los “sofisticados”

Un fenómeno político recorre el mundo. De él podría depender en estos días la presidencia de Colombia. Con menor intensidad, pero marca también los cambios en la política británica en vísperas de las Elecciones. Ha sido el factor determinante de la victoria del conservador Piñera en Chile. Podría elevar a la presidencia de Perú a un escritor irreverente. Y, por supuesto, aupó a Obama a la presidencia de Estados Unidos.

            Ese fenómeno es la movilización de quienes podemos llamar “los sofisticados”: un grupo nada despreciable de aproximadamente un cinco por ciento del electorado, de entre 18 y 35 años. Los sofisticados son jóvenes desvinculados de la política tradicional por desencanto. No les gustan los partidos convencionales, aunque no necesariamente desprecian la política; de hecho están dispuestos a movilizarse si se les seduce con maneras nuevas. No se afilian a los viejos partidos, pero defienden sus posiciones – generalmente progresistas – en la web, visten la camiseta de las causas que defienden, participan con emoción y contagian su activismo al resto del electorado. Los sofisticados son jóvenes bien educados, muy activos en Internet, no se dejan convencer con eslóganes simples, son muy críticos y tienen un punto irreverente que les hace autónomos y poco disciplinados.

            El potencial de los sofisticados se mostró con toda su fuerza en las elecciones estadounidenses que dieron la victoria histórica a Obama. Fueron ellos quienes iniciaron desde Chicago la ola de “esperanza” y “cambio”, años antes de que empezara la campaña oficial de demócratas y republicanos. Organizing for America y el Center for American Progress, fueron su origen. Aún hoy cientos de jóvenes siguen activando el apoyo externo al presidente en los aledaños de la Casa Blanca.

Antes en España fueron los jóvenes activos y sofisticados quienes lideraron las protestas contra la gestión del naufragio del Prestige y luego la Guerra de Irak en tiempos del presidente Aznar, en los prolegómenos de lo que sería luego la victoria electoral de Zapatero. Hoy muchos de ellos parece que prefieren opciones nuevas, como la UPyD de Rosa Díez, cuando el proyecto Ciudadanos se da ya prácticamente por muerto.

En Chile, un joven llamado Marco Enríquez Ominami desafió la política convencional rompiendo con la Concertación y presentándose a las elecciones como opción autónoma. Quedó tercero, fracturó al oficialismo y Frei perdió. Piñera, el ganador, entendió bien la importancia de los sofisticados y por eso hizo una campaña muy centrada en ellos. Su corta distancia de sólo cuatro puntos muy probablemente fue gracias a ese voto joven imprescindible.

            Ahora los sofisticados británicos parecen estar con el joven político revelación del momento, el liberal-demócrata Nick Clegg, aunque en su caso la participación se articule en el último minuto.

En Colombia, que tiene primera vuelta presidencial el 30 de mayo, Antanas Mockus desafía con su “marea verde” a Juan Manuel Santos, el candidato “oficialista”, gracias al apoyo de Sergio Fajardo y su joven movimiento alternativo.

Y en Perú, el heterodoxo periodista, escritor y humorista Jaime Bayly podría disputar la presidencia a los políticos convencionales, para lo cual necesitará a su amplia parroquia de seguidores sofisticados.

            En todos los casos, el fenómeno es similar: unos cuantos jóvenes se unen en la forma de un movimiento alternativo a la política tradicional. La esencia de ese movimiento es la participación horizontal frente a los políticos de siempre, en defensa de “otra manera de hacer política”. Internet es el punto de reunión prioritario. Los movimientos siempre son optimistas, en positivo, con poca pelea política y mucha emoción. Los jóvenes construyen su propio material de campaña, y distribuyen vídeos y fotografías que expresan la creatividad colectiva. Los sofisticados toman la política como una fiesta alegre. Se sienten parte de un movimiento porque no se consideran instrumento del poder. Incluso cuando lo conquistan, como en el caso de los Estados Unidos, siguen peleando “contra los intereses de los políticos tradicionales”. Aunque pueden moverse en la defensa de lineamientos conservadores, tienen un punto progresista por contestatario, y porque dan por asumidos y defienden los derechos sociales clásicos o nuevos. Los sofisticados son demócratas de nuevo cuño, que reniegan de los enfrentamientos tópicos de la política según la metáfora izquierda-derecha.

            En 1962 Everett Rogers publicó su ya clásico trabajo La difusión de las innovaciones. Allí explicaba el papel clave de los “innovadores”, un grupo de un 3 por ciento aproximadamente, que estaba en el origen de la extensión de las novedades tecnológicas. Los innovadores – que luego el divulgador Malcolm Gladwell llamaría “mavens” en su libro El punto clave – son los frikis de la teconología. Los sofisticados son los frikis de la política. Son ellos quienes inician movimientos que luego se extienden al resto del electorado. Por eso, por su poder innovador y de contagio, son tan importantes.

            ¿Cómo seducir a esos jóvenes tan resistentes a la frasecita fácil y la cerrazón ideológica convencional y tan poco dados a afiliarse a partidos políticos de afiliación y argumentario?

            Es necesario ilusionarlos con la idea de cambiar la política, paradójicamente desde la política. Los sofisticados quieren influir en el poder cambiando su configuración. Luchan contra los intereses de los poderosos en causas como el medio ambiente, los derechos sociales, la transparencia en la gestión pública, la resistencia ante los poderes fácticos de siempre. No les gustan las corbatas ni las moquetas ni los palacios: quieren líderes descamisados, frescos, distintos, que bajan a la calle. Donando unos cuantos euros a su movimiento compran su pequeña cuota de poder transformador. Pagando la cuota de un partido político tradicional se unen a los políticos tradicionales a los que desprecian. Pero regalando su dinero a una causa específica la hacen suya frente al poder establecido. Puede parecer lo mismo pero no lo es.

            Se sentirán atraídos por rótulos distintos de los de los partidos. Los sofisticados no quieren apoyar al PSOE o al PP, pero se movilizarían por causas defendidas por organizaciones distintas, aunque supieran que detrás pueden estar las máquinas partidarias. Los socialistas franceses, por ejemplo, han creado la Cooperativa Política, como vía para la movilización de los jóvenes. Organizing for America es una iniciativa del Partido Demócrata, pero sólo se ve en las letras pequeñas al final de la página de inicio del portal en Internet.

            Los sofisticados exigen respuestas y reconocimiento: no aceptan una política unidireccional y descendente. Quieren interactuar y exigen un diálogo multidireccional. No quieren argumentarios sino emociones. Quieren que se les pidan cosas, pero también que se les de las gracias. Los jóvenes (y no tan jóvenes) que rodean al presidente Obama en los actos públicos no son de las juventudes demócratas, sino aquellos que tienen una puntuación mayor en su índice particular de participación, y que aumenta en función de los eventos que organizan, los correos, cartas y llamadas que emiten y el dinero que donan. El jefe de la operación de tierra de Obama nos contaba en Washington que los voluntarios no querían ni necesitaban argumentarios clásicos para llamar a la puerta de los electores. Claro que no: tenían el relato bien claro y podían defenderlo con facilidad: cambio y esperanza frente a los políticos de siempre.

            Yo no soy precisamente un sofisticado al uso, y no voto en Estados Unidos, pero tengo mi buzón lleno de mensajes del mismísimo presidente, de Biden, de David Plouffe y de una decena más de “jefes”. Aún no he recibido el primero de mi Gobierno en España, aunque he trabajado y trabajo para él.

            La ilusión, el optimismo, el espíritu positivo, sustituyen a los eslóganes y las frases de prontuario. Pero en la organización de un movimiento de sofisticados hace falta tiempo: atraerlos requiere un esfuerzo de difusión que generalmente se hace uno a uno. No sirve hacer una campaña publicitaria para captarlos. Los sofisticados acuden a la llamada de otros sofisticados como ellos, no de la publicidad. Además, la web requiere mucho tiempo para que las redes maduren. Con un mínimo en Internet, sus causas “subirán” luego a los medios de masas tradicionales y eso multiplicará también su importancia y les hará objeto de atención por la opinión pública tradicional.

            Los sofisticados se mueven con el combustible de las emociones, animados con la causa de la “antipolítica” y con espíritu constructivo y crítico. Cuesta seducirlos, pero empiezan a resultar imprescindibles para ganar elecciones en buena parte del mundo.

Los cien menos influyentes del mundo

Time acaba de sacar su lista anual de los más influyentes (Bill Clinton, Jobs, Lula, Lady Gaga, etc…). Pero también, obra del genial Joel Stein, la lista de «los cien menos influyentes». La divide en «perdedores», «quemados», «tarados» y «babosos».

Ahí están, entre los perdedores, Giorgio Napolitano, presidente de Italia («Ã©l toma decisiones y Berlusconi las ignora; es muy divertido»), o  Dmitri Medvedev, presidente de Rusia («Síííí, seguro que lo es…»). También está el Almirante Luis Aranda, de la Armada de Bolivia (que, literalmente, «dirige la fuerza naval en un país encerrado en tierra y que no puede pagarse una armada»).

En la lista de los quemados no hay muchos políticos, pero está «el empleado de Apple que se dejó el último prototipo del Iphone en un bar». También el virus H1N1 («Â¡Me picharon por este perdedor. Incluso hice que pincharan a mi bebé! La más perdedora de las epidemias desde la gripe aviar. Apuesto a que el H1N1 ni siquiera mató a un pájaro. Yo me he comido tres pájaros este fin de semana y ni siquiera soy técnicamente un virus»). Ives Leterme, ex primer ministro de Bégica, también está en la lista («Un primer ministro que no puede mantener a su nación unida no es tan influyente…»).

John Edwards está entre los babosos («Ya era irrelevante. Pero entonces dejó que se deslizaran sus historias de amor despacio y nos dimos cuenta de que habíamos olvidado que era irrelevante.»). También está Grecia («Pelo en pecho, agresivo con las mujeres, encntadoramente retrógrado. Nos fascinaste por un rato con esa gran boda. Pero entonces gastaste más dinero del que ganaste y obligaste a la UE a ir en tu rescate. Va a pasar mucho tiempo hasta que veamos un película sobre tí otra vez»). La lista la cierra Dick Fuld, el último presidente de la historia de Lehman Brothers («eso debe ser realmente difícil de explicar en un currículo»).  

Los cien menos influyentes, 2010

Artículo de Joel Stein sobre la lista, en Time.

Estereotipos latinoamericanos y la Cumbre de mayo

Hay lío en la próxima cumbre UE – Latinoamérica, que deberá celebrarse a mediados de mayo en España. El lío viene a cuenta de la presencia del presidente Lobo de Honduras, no reconocido por muchos de los líderes latinoamericanos.

La Cumbre sirve como excusa para que mires esta miniserie de dos capítulos, La Isla Presidencial, que me descubre Diana. Los estereotipos en toda su expresión: desde los que existen y los que no (no están Uruguay, El Salvador, Costa Rica, Paraguay y otros), hasta el Rey de España bon vivant y algo déspota, pasando por el amor que se profesan Evo y Chávez, o los remilgos de Uribe o el glamour de Cristina Kirchner.

Capítulo 1

Capítulo 2

En Colombia, Santos aplica el manual

En las encuestas previas a la primera vuelta presidencial para el día 30 de mayo, osea ya, Mockus y el Partido Verde le disputan al ex ministro de Defensa el primer puesto.

Santos, que iba sobrado en la precampaña, hizo una comunicación positiva, constructiva, nada crítica. Pero al acercársele el enemigo, ha aplicado el manual que indica que sólo puede ayudarte desmontarlo mediante campañas negativas. Por eso denunció en el debate de la semana pasada directamente a Mockus por estar de acuerdo con la extradición del presidente Uribe a Venezuela si se pidiera (algo que Mockus negó taxativamente luego, pero no con fuerza delante de las cámaras).

Y por eso la campaña ha preparado esta web de baja factura que da mucho miedo: http://colombiadigna.com/index1.html

Santos ha contratado al famoso especialista en política sucia J.J. Rendón, procedente de Venezuela.

Santos y JJ: eso sí que da miedo.

Normas para hacer bromas en los discursos

La tradición dice que los presidentes de los Estados Unidos y otros invitados a hablar en la cena anual de gala de los corresponsales de la Casa Blanca, deben hacer un discurso gracioso. El sábado pasado Obama recitó el suyo, como ya hiciera el año pasado.

Joaquín me envía un artículo de Slate, en el que se indican algunas reglas para incluir humor en los discursos políticos.

1) Reirse primero de uno mismo. No harán gracia nuestros chistes sobre los demás sin reírnos de nosotros mismos primero.

2) Sin pasarse: mejor, dice el artículo, un «no puedo cree que haya dicho eso…» que un «Ohhhh…». Sí; por ejemplo, no hizo gracia aquella imagen que puso Bush riéndose de si mismo buscando armas de destrucción masiva por su despacho. No, ciertas cosas no tienen gracia. De hecho, es posible que Obama se pasara con su broma sobre la nueva regulación de la inmigración en Arizona, a tenor de la cobertura, negativa, que ha dado la prensa mexicana.

3) Cuidado con reirte de asuntos, como el citado, en los que no tienes mucho que ganar. Clinton siempre trató con humor los asuntos colaterales al caso Lewinski: el impeachment o censura, etc., pero no el affair con la becaria en sí mismo. Bien hecho.

4) Cuidado al hacer el chiste: hay que hacerlo según el guión y con gracia. El artículo de Slate cuenta el caso de Kerry, cuando en 2006 dijo a unos estudiantes que «si no estudias puedes quedarte como George Bush atrapado al tomar decisiones como las que afectan a Irak». Pero lo dijo mal, y el resultado fue «si no estudias asumes el riesgo de quedarte atrapado en Irak». Polémica mundial.

Por cierto, se cita en el artículo un libro que tiene muy buena pinta, aunque aún no lo conozco: The Political Speechwriter’s Companion. Si vale la pena, te lo diré.

¿Está cerca el final de la carrera política de este joven?

gordon brown college

Puede ser. El jueves votarán los británicos y es más que probable que, como se lleva anunciando meses, gane Cameron y no Gordon Brown, ahora algo mayor que cuando se tomó esta fotografía.

Otras nueve fotografías de líderes polítcos cuando eran jóvenes, bien curiosas, pueden verse aquí, junto con un pequeño análisis de lo que las imágenes anticipaban. Me envía el link mi amiga salvadoreña Elisabeth Fuentes, que comienza a redactar su blog de comunicación política. Animo Elisabeth.

La irreverente Sixt rent a car, y el pequeño Sarkozy

El truco es simpre el mismo. Alguna empresa irreverente y provocadora, con relato joven y transgresor, como Ryanair o Dunkin Donuts, usa la imagen y los estereotipos de algún político conocido, montan un anuncio gracioso con esa percha, compran unos pocos espacios en lugares estratégicos, se lo cuentan a la prensa, y los medios se hacen eco de la gamberrada. Así logran por cuatro euros publicidad gratuita. Luego retiran el anuncio, la cosa se difunde por la web, y punto. Provodor y fácil. No sé si útil.

El último ha sido Sixt, la empresa de alquiler de coches, que en Alemania ha dado un anuncio con la foto de un coche, con el rótulo: «Haga como la señora Bruni: tome un pequeño modelo francés».

Sixt ya había utilizado también la imagen de Angela Merkel en aquel país: en este caso con el claim «Â¿Quieres un nuevo peinado? Alquila un cabrio».  

Ryanair tuvo que pagar recientemente 60.000 euros a Sarkozy y Bruni por la utilización ilegal de su imagen en publicidad de la compañía. El uso de la imagen de los políticos en publicidad es ya muy antiguo. En enero recogimos aquí otros casos.

Mi opinión sobre el velo y un artículo clarificador

Me escribe un poco enfadada una lectora, Carla, indignada por el tratamiento que se está dando al asunto del velo en los espacios públicos. Y tiene razón. Confieso que los progresistas andamos despistados en este debate, porque no nos gustan los velos, por un lado, pero por otro queremos que la gente ande vestida como le de la gana, siempre que respete a los demás.

Pero yo lo tengo clarísimo, y creo que nadie podría expresarlo mejor que mi buen amigo Javier Valenzuela, que conoce la realidad musulmana como pocos, y que no tiene ni pelos en la lengua ni posiciones blanditas. Así que no dejes, Carla, de leer este artículo maravilloso de Javier:

Cabellos velados, miradas veladas, por Javier Valenzuela.

El memo de los condones «Benedicto»

Unos cuantos jóvenes funcionarios de Downing Street han logrado que el mismísimo – y maltrecho – Gobierno británico tenga que pedir perdón al Papa y han puesto en riesgo su visita al Reino Unido. Todo fue una broma que se fue de las manos hasta límites insospechados. 

Alguien redactó un memorando, bautizado ya por la prensa como el «memo del condón», en el que a partir de una sesión de brainstorming preparatoria de la visita se sugería que «la visita ideal del Papa» podría tener los siguientes elementos:

«La visita podría estar marcada por la producción de condones de marca ‘Benedicto’.

Visita del Papa a una clínica de aborto para encontrarse con ex-madres.

Bendición del Papa a un matrimonio en una boda gay».

Se añadían además otras locuras. Los detalles de la cosa están en la prensa de todo el mundo en estos momentos, por lo que sólo te dejo aquí la referencia para que sigas el desarrollo de la broma. Según acaba de decir el Vaticano, para ellos el asunto está zanjado. Estos hombres andan con un problema gordo, que ya no es ni siquiera la gestión de los escándalos, sino que la gente empieza a tomarse a broma a una institución de la seriedad de Iglesia… Yo, la verdad, no sabría que hacer en este lío.

Sarko, la grandeza francesa y el niqab

Sarkozy está empeñado en devolver a Francia su orgullo maltrecho de nación, y para ello el Gobierno conservador quiere evitar las incursiones del multiculturalismo, especialmente si es islámico. 

La comunicación política de Sarkozy ha encontrado un buen símbolo en ese objetivo, que es plantar batalla frente al uso de velos integrales – niqab y burka –  en espacios públicos. De momento, el Gobierno la ha tomado contra una conductora, que fue multada con 22 euros por conducir con el niqab, lo que supuestamente le quitaría visibilidad. El ministro de Interior anunció el jueves pasado que tenía intención también de retirar la nacionalidad francesa al marido de la joven musulmana, porque es polígamo y sus esposas están pidiendo subsidios como madres solteras.

Estas iniciativas se producen al tiempo que Sarkozy pretende prohibir el uso público de los velos integrales por ley. Se trata de una medida simbólica porque sólo unas 2.000 mujeres lo utilizan en Francia, es decir un 0,006 por ciento de la población femenina.

El presidente de Francia no pasa por sus mejores momentos y sólo tiene un 31 por ciento de aprobación. Al impusivo, orgulloso y duro Sarkozy le van estos asuntos emocionales. Te dejo aquí un ensayo delicioso sobre la personalidad del líder, del profesor Alexandre Dorna de la Universidad de Caen. En él se explica su capacidad para aplicar una nueva narrativa de Francia y lo francés.