Hace ahora un año del descubrimiento de la pandemia letal que iba a arrasar el mundo. Hace ahora un año de la eclosión de millones de minutos de información sobre la llamada primero «gripe porcina», que tras la queja de los productores de cerdos pasó a llamarse «gripe mexicana»Â y que cuando se quejaron los mexicanos se denominó «Gripe A (H1N1)» o «nueva gripe». Hace un año de los cierres de escuelas, de los occidentales confinados en hoteles chinos, de las compras frenéticas de mascarillas protectoras, de  las pérdidas millonarias en el turismo a México, de la alarma mundial, de los debates aterradores sobre «pandemias», Ãndices de mortalidad, virulencia, mutaciones, etc. Â
Curiosamente, el debate sobre el exceso en la información, hoy claramente confirmado, no ha ido muy allá, porque de él participó todo el mundo, medios de comunicación incluidos, y porque en cuestiones de salud «más vale prevenir que curar», aunque sea a costa de una absurda alarma con consecuencias millonarias en todo el mundo.
Se ha sugerido que algunos laboratorios farmacéuticos podrÃan haber fomentado el exceso de alarma para promover la demanda de sus vacunas. Quienes hemos trabajado alguna vez con ellos sabemos que los laboratorios farmacéuticos llevan a cabo las más brutales campañas de relaciones públicas, por lo que la hipótesis me parece sumamente verosÃmil.Â
Por si ayuda en algo, puede verse aquà la cotización de Novartis, fabricante de la vacuna más solicitada, en los dos últimos años. Es fácil adivinar cuál fue el motivo del ascenso en su valoración justo desde hace un año.

