Aquà lo tienes.
Memorando preelectoral imaginario al
candidato Rajoy (versión enero 2008)Â
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De:            AsesorÃa estratégica del Partido Popular
A: Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Mariano Rajoy
Asunto:      Los resultados de la “gestión del terrorâ€
 Al menos aquà estamos. Tras pasar de la mayorÃa absoluta a la oposición, castigados por las maniobras que hicimos los tres dÃas previos a las Elecciones, tras una pérdida de confianza por la foto de las Azores, la pésima gestión simbólica del Prestige, el “decretazo†y la antipatÃa natural que suscitaba el presidente Aznar, llegamos a las Elecciones relativamente fuertes. La estrategia ha funcionado. Quizá conviene recordar qué le pasó al PSOE cuándo González perdió frente a Aznar: cuatro años de travesÃa del desierto, fallidas elecciones primarias y fallido liderazgo de Borrell y Almunia. Fue eso – la ausencia de una oposición fuerte – lo que nos permitió pasar por centristas entre el 96 y 2000. Sabemos que las palomas del partido (Gallardón, Núñez Feijoo, Camps, los Arriola y compañÃa) defienden la vuelta al centro, pero es justo reconocer que la estrategia de los halcones (Aznar, Acebes, Zaplana, Aguirre) ha funcionado, al menos, para llegar hasta aquÃ.
 Qué bien que la economÃa vaya mal. Si miramos los datos (buen crecimiento del PIB, superávit presupuestario, mejora de la productividad, paro en mÃnimos históricos, subida de salario mÃnimo y pensiones…), lo cierto es que la economÃa marcha, pero esta sensación de que va peor que antes, y que será aún peor, nos viene en un momento óptimo, porque los dos grandes miedos que hemos agitado – que España se rompe y que el Gobierno se ha rendido ante ETA – están muy desacreditados, aunque hayan hecho su efecto. Es dudoso que consigamos convencer a la gente de que llega el cataclismo económico, pero deberÃamos intentarlo. Es lo único que nos queda. Lo de Pizarro ha estado bien en general, pero cuidado con él, porque tiene demasiadas aristas, nos identifica con el ultraliberalismo y en Cataluña cae mal.
 Nos manejamos mejor con lo simbólico y lo emocional. A un visitante ajeno le agradarÃa la visión general del paÃs: economÃa sana, razonable estabilidad social, ausencia de problemas graves con la inmigración, mejoras en derechos sociales, un paÃs objetivamente seguro, tolerante y solidario… No tenemos una situación objetivamente angustiosa. Pero una cosa son los hechos y otra las percepciones, y estas últimas están definidas por los mensajes de los polÃticos y de los periodistas. No hacer batalla con esos asuntos fue un acierto, porque el Gobierno nos habrÃa ganado en todos y cada uno de ellos. Fue una buena elección orientarnos a lo simbólico: la unidad de España, la bandera, la “rendición ante ETAâ€. Y ahora los elementos más discutibles y emocionales de la economÃa, como que la gente no llega a final de mes, o que suben la cesta de la compra y las hipotecas. Esas cuestiones son más maleables, más controvertidas y, lo que es más importante, más sentimentales. Como los socialistas han descubierto sólo recientemente, lo emocional tiene más fuerza y es más eficaz que lo racional. Mientras ellos acaban de descubrir nuestras tácticas leyendo a su nuevo gurú, George Lakoff, nosotros las aplicamos con disciplina prusiana: la repetición tenaz de un mismo mensaje y las apelaciones emocionales al orden y la autoridad frente a los enemigos de la patria. De esta manera, mientras ellos dan la tasa de paro, hablan del superávit de la Seguridad Social o se empeñan en discutir con argumentos, nosotros hablamos de rendiciones, traiciones a los muertos, ruptura de España, reapertura de las brechas de la Guerra Civil, fin de la familia… Hemos trasladado un relato tan apocalÃptico, que sus blandas apelaciones a los nuevos derechos sociales se convierten en una narración mucho más etérea. Hemos contado para ello con una magnÃfica ayuda: tres de los cuatro grandes periódicos nacionales (hasta la aparición de Público) se han alineado con nosotros sin ningún pudor, y el otro se ha puesto exquisito con el Gobierno disparando balas de “fuego amigoâ€, cuando no directamente hostil. La televisión ya no es una herramienta en manos del Gobierno, ni la privada ni la pública. Y en la radio Onda Cero pasa por centrista gracias al extremismo de la COPE. No tengamos prejuicios morales a este respecto. Mejor España rota que roja. Ya tranquilizaremos al personal si conseguimos gobernar.
 Ganamos gestionando bien la angustia. Hace una década que se ha demostrado que si le recuerdas a la gente que la muerte existe, que están en peligro sus valores, que hay razones para la angustia… ¡la gente se vuelve más conservadora! Parece que en España en estos últimos años esto ha sido asÃ. El relato según el cual Zapatero es un presidente débil que está en manos de los radicales independentistas aquà dentro y de los populistas de izquierda en el resto del mundo, sólo es creÃble si se corresponde con la narración según la cual España es un paÃs en peligro. Pero es que, además, esa sensación genera inmediatamente una reacción conservadora, como han demostrado los teóricos de la Gestión del Terror (terror management), con más de 150 estudios en todo el mundo. No podrÃamos aguantar de aquà a marzo sólo con estos nuevos mensajes ingenuos y positivos de apoyo al Gobierno en la lucha antiterrorista… No tenemos más remedio que recordar a la gente que “España está en peligroâ€, ahora en peligro económico. Si no, los nuestros no se movilizarán, por mucho que parezca que tenemos un electorado mucho más fiel, que va religiosamente a misa y luego al colegio electoral. Estas últimas apelaciones al Rajoy campechano, simpático, cercano, no tendrán eficacia si no seguimos recordando que ETA está más fuerte que nunca, que el Gobierno se ha rendido a los independentistas y que la economÃa está en crisis. En pocas palabras, Rajoy quiere representar la seguridad frente a un presidente débil. Si no mantenemos en nuestros electores potenciales la sensación de angustia, nos quedamos sin relato.
 Que sean ellos los que se queden en casa: El problema es cómo mantener la angustia, logrando que los nuestros vayan a votar contra el Gobierno, y no despertar en los suyos el temor de que gobernemos. En ese sentido, no nos interesa que se publiquen encuestas diciendo que podemos ganar. Todo el mundo sabe que eso depende de millón y medio o dos millones de votantes, más bien jóvenes y más bien de izquierdas, que están algo desencantados con Zapatero, pero que no nos votarÃan a nosotros. Sólo irán a votar por el PSOE si se dan cuenta de que nosotros derogarÃamos la ley de matrimonio homosexual, frenarÃamos los avances sociales o pondrÃamos como ministro de Familia a un legionario de Cristo, por ejemplo. No les asustemos y que no voten. En eso no han ayudado mucho nuestros obispos en la manifestación de los Kikos de la Navidad. Hasta marzo, mejor moderación.
 ¡Es la emoción, estúpido!: “Es la economÃa, estúpidoâ€, escribió en aquel cartel legendario el inefable James Carville a Bill Clinton en la campaña del 92, para que no olvidara la importancia de mantenerse en el mensaje único de la economÃa. Recemos para que Zapatero se olvide de la emoción, como le sucedió en parte en Tengo una pregunta para usted…Si se empeña sólo en los datos macroeconómicos, en las estadÃsticas y en los grandes números, se alejará de los desencantados. Recemos porque no sea capaz de evocar un relato fácil de entender, que entre los apáticos y los desmovilizados tendrÃa mucho éxito: “en cuatro años hemos extendido derechos a millones de ciudadanos, hemos promovido una economÃa más justa y solidaria, hemos buscado la paz y la cooperación; y lo hemos hecho con buen talante. Todo eso está en juego si gana Rajoyâ€. Si Zapatero no busca este relato poniéndole personajes cercanos y visibles, si no es capaz de decir que todo eso está en juego… entonces tendremos el camino libre para situar nuestro relato: “Ya está bien de debilidad. O yo, moderado y cercano Rajoy, o el caosâ€.
Preparemos el postdebate. Estas sesiones de preparación de los debates que ya estás teniendo nos vienen muy bien. Calculamos que diez o doce millones de personas estarán viéndolos. Van a ser muy importantes porque hace quince años que no se ven en televisión debates presidenciales y porque cunde la sensación de que “hay partidoâ€. Pero tan importante como estas sesiones será lo que se diga un minuto después de que termine el debate. Afortunadamente tenemos en eso ventaja, porque los tertulianos de Madrid están de nuestra parte. Pero nos lo tenemos que trabajar para que salgan en fila a defender tu actuación esa misma noche y al dÃa siguiente en la radio y los periódicos, aprovechando que la mayorÃa de los opinantes está de nuestro lado.
Todo o nada. Hemos jugado una partida dura estos cuatro años. Si la perdemos la perdemos estrepitosamente y los nuestros nos castigarán. Hemos optado por anunciar el desastre, centrar todos los ataques en Zapatero y hacer una oposición sin piedad. Una segunda derrota en las Elecciones cuestionará la estrategia en su conjunto y sin duda abrirá una competencia interna por un nuevo liderazgo en el partido. Todos sabemos, y es bueno asumirlo, que pelearán por ella Aguirre y Gallardón, con un claro predominio interno de la primera. Si alguien es capaz de mantener la tensión “entre Madrid y la periferiaâ€, la sensación de angustia bajo el Gobierno de Zapatero, un aparente liberalismo thatcherista que es en realidad simple y puro neoconservadurismo… esa es Aguirre. Estemos preparados: un fracaso electoral podrÃa traducirse en la apertura inmediata de un congreso extraordinario del Partido, para renovar a nuestros lÃderes. Lo doloroso es preferible hacerlo rápido. Quizá asà ganemos en 2012 y quizá no tengamos que hacerlo sometiendo al paÃs a tanta tensión como en este periodo que ahora termina.